Escuchaba una ponencia de Víctor Kuppers en la que hacía referencia a ciertos rasgos de los emprendedores. Mencionaba dos grupos de personas: los que luchan y los que lloran. Me ha parecido sencillamente fenomenal su clasificación.
Partiendo de esa idea yo los pondré en otras dos categorías: los que agradecen y los que se quejan. ¿Qué personas son las que más te inspiran, te motivan, te contagian de energía? A mí definitivamente no me interesa estar cerca de los llorones, de los que siempre encuentran un motivo para refunfuñar y ponerse de mal humor.
Yo empiezo mi día agradeciendo diez bendiciones de mi vida y lo termino por la noche agradeciendo cinco cosas buenas que me hayan sucedido en el día. Es así que lo primero y lo último que recibe mi cerebro como estímulo son pensamientos de gratitud. En consecuencia, las emociones que generan esos pensamientos son agradables. Ten presente que según pensamos, sentimos, según sentimos actuamos y según actuamos son los resultados que obtenemos.
¿Cómo es que hay personas a las que siempre parece que todo le va bien y otros a los que parece que siempre les toca la peor parte? Pues porque los pensamientos crean realidad.
La gratitud es una actitud que se elige, como todas las demás. Al comenzar el día es fundamental que escojas la actitud que quieres adoptar porque de lo contrario, la actitud te elige a ti. ¿Qué significa esto? Pues que no asumo responsabilidad sobre mis pensamientos, no soy consciente de cómo quiero sentirme y por lo tanto permito que los impulsos actúen por inercia. Así es como la actitud te elige a ti. ¿Resultado? Enojos, frustraciones, decepciones, angustias a lo largo de la jornada que pueden evitarse si simplemente te comprometes contigo mismo a honrar la actitud que has elegido durante todo el día, sin importar lo que pase. Como ya sabes un 10% es lo que me pasa y un 90% lo que decido hacer con lo que me pasa.
Esto me muestra que los estados emocionales se basan en la interpretación que cada uno hace de las circunstancias. Si yo elijo que mi actitud para este día sea la paciencia por ejemplo, intentaré ver todo lo que me suceda con ese cristal, al menos por ese día. Entonces en vez de despotricar en la fila del supermercado porque la cajera es lenta o porque el cliente anterior trae un carro con 25 productos, quizás pensaré que esa espera me da tiempo a chatear un par de minutos con una amiga, a hacer esa llamada para la que aún no había tenido tiempo, a observar a las personas, e incluso para agradecer que tengo piernas y puedo estar allí parada en el supermercado. Si en un semáforo el conductor de adelante demora en arrancar cuando la luz se puso verde, puedo practicar mi gratitud valorando que tengo ojos sanos que me permiten ver el semáforo y conducir. ¿Cuántas personas hacen esto a diario? Posiblemente muy pocas.
Esa es la razón por la que he querido escribir sobre el tema. Para que tomes conciencia de que tu vida se podrá expandir y podrás alcanzar lo que desees si practicas la gratitud. Atraerás muchas más cosas positivas, agradables y placenteras. Practícala aún en las cosas más simples: cuando tus padres te reciban en su casa, cuando un amigo te llame para ver qué tal estás, cuando recibas un mail con buenas noticias, cuando consigas taxi en medio de la lluvia justo cuando empezabas a empaparte… Hay tantas razones para ser agradecido.
¿Sabes la gran diferencia entre los que agradecen y los que se quejan? Los primeros tienen una actitud tan guay que la gente se acerca. Tienen una actitud tan guay que son ejemplo para otros. Tienen una actitud tan guay que son recordados.
¿En qué grupo estás tú? ¿A qué grupo quieres pertenecer? Elige hoy, elige ahora.