Esto es algo que aprendí en mi formación en Coaching: que tal como jugamos, vivimos. Es decir que basta observar los comportamientos de las personas cuando participan de un juego para saber cómo proceden en la vida.
Se me ha ocurrido que lo mismo sucede con la danza, que es mi hobby y el de muchas personas: tal como bailamos, vivimos. No me refiero exactamente a cómo bailamos en cuanto a destreza, sino al modo en que practicamos este hobby.
Y es que si la danza fuera un juego como el fútbol, también podríamos usar el verbo jugar pero como es una disciplina que no entra en esa categoría, no lo empleamos. De todos modos, su carácter lúdico permite que desarrolle mi hipótesis sin inconvenientes.
Volviendo al punto: que como bailamos, vivimos. ¿Qué actitud adoptas frente a la práctica de baile? ¿Te esfuerzas o lo haces solamente como distensión? ¿Asistes con regularidad o esporádicamente? ¿Escuchas las indicaciones del profesor o simplemente te vas plegando a la coreografía como puedas? ¿Cuánto te importa y te afecta tu evolución o la falta de ella? ¿Te exiges o te conformas? ¿Te comparas con otros o te comparas contigo mismo en el proceso de aprendizaje?
Responder estas preguntas dice mucho de la persona que baila. La danza profesional es extremadamente exigente. La danza duele. Tú que practicas danza ¿has sentido alguna vez el verdadero dolor de tus músculos y de tus pies? No me refiero al dolor que se siente cuando hace mucho tiempo que no ejercitas, sino al que se siente en el momento en que lo haces. ¿Has sentido los calambres que provoca la rotación de la pierna y el trabajo del empeine del pie? Pues yo sí, porque me implico y pongo el 100% en cada cosa que hago.
Mi propósito no es otro que fomentar el autoconocimiento, mirarse un poco, responderse algunos interrogantes que quizás no se han formulado hasta el momento.
Para mí no es un detalle menor los descubrimientos que uno hace de sí mismo en este tipo de trabajo interno. Veo todas las conexiones entre mi actitud ante la danza y mi actitud ante la vida y así me doy cuenta si vivo en coherencia entre lo que pienso, siento y hago. Por eso considero que aunque no te dediques a bailar, puedes pensar todo lo que he preguntado en cualquiera que sea tu actividad lúdica.
Un grupo de baile es un equipo. ¿Has pensado cómo afectan tus acciones al equipo? ¿A qué te comprometes con tu equipo?
Desarrollar el espíritu de equipo es una virtud que nos permite ser mejores personas porque cuido del otro, lo apoyo, aprendo del otro y con el otro, reconozco las fortalezas y las áreas de mejora y busco el modo de sumar en esa ecuación.
¿Has pensado cuál es tu rol dentro del equipo del que formas parte? ¿Qué aportas? ¿Tu humor? ¿Tu solidaridad? ¿Tu conocimiento? En una escala del 1 al 10 ¿cuán parte del equipo te sientes?
Piensa en todos los aspectos del ser humano que son revelados a través del juego: grado de competitividad, responsabilidad, humor, disciplina, comunicación con el otro, interés, voluntad, manejo de la frustración o del estrés, sentido de la justicia, honestidad, respeto, humildad, cooperación. ¿Cómo te ves en estos aspectos? ¿Qué te dice tu comportamiento de ti?
Tómate unos minutos para mirarte. La próxima vez que juegues- o bailes- quizás estés más despierto.