Anteriormente hablaba de las emociones y cómo afectan en nuestros vínculos. Seguramente más de uno pensará que cuando está en medio de una discusión con su pareja, su hijo, su jefe, es imposible erradicar ese enojo. Es posible, pero claro que no es fácil. De hecho, el enojo siempre fue la emoción contra la que más luché, era algo que no me gustaba sentir, que me hacía verme como alguien que no era. Sin embargo, cuando aprendí más sobre el tema y realicé mi propio proceso de Coaching personal entendí que la emoción está ahí para darnos un mensaje. Por eso es tan importante conocerse, detectar la emoción y descubrir lo que nos quiere transmitir.
Parece un poco complicado dicho así pero no lo es. Como punto de partida diré que no existen las emociones positivas y negativas. Cualquier emoción llevada al extremo podría resultar desfavorable, de modo que el punto es simplemente que algunas emociones son más agradables que otras y algunas nos ayudan más que otras.
¿Cómo puedo empezar a trabajar con mis emociones? Lo primero es identificarlas. Aunque parezca gracioso sugiero que busquen en internet una lista de emociones ya que la mayoría de la gente no tiene ni idea de la cantidad de emociones que existen. Si bien las podemos reunir en torno a seis básicas que son alegría, ira, vergüenza, tristeza, culpa y miedo, existen muchos matices y grados que nos permiten hacer una clasificación más exhaustiva. Una vez que la haya reconocido, intentaré detectar en qué parte de mi cuerpo se manifiesta y créanme: siempre se manifiestan. Luego me imaginaré una especie de termómetro emocional y veré en qué nivel está esa emoción del 1 al 10. Todos estos pasos me permiten tomar conciencia y conocerme con mayor profundidad. Lo siguiente será buscar acciones que me ayuden a disminuir la intensidad de la emoción, en caso de que sea una de estas que no resultan tan favorables. Algo que funciona muy bien, y no les digo que me crean sino que lo prueben, es saltar y reír (aunque sea una risa forzada) al ritmo de alguna música movida, alegre, dinámica. Inténtelo y vean si el enojo persiste y en qué grado.
Pero, en última instancia, es necesario que averigüe qué me quiere decir esa emoción, para qué apareció. La palabra EMOCIÓN viene de E MOVERE, lo que significa que la emoción pretende llevarnos a tomar acción.
Siguiendo con el ejemplo del enojo, que es algo bastante común, puedo decir que generalmente se debe a que alguien ha traspasado nuestros límites. Cada situación es un caso en sí mismo pero tómense unos minutos e intenten recordar alguna situación en que se hayan sentido enojados. ¿Qué límite fue traspasado? No siempre es fácil de detectar a la primera, pero es un ejercicio que si se practica con frecuencia, a la larga permite acortar los tiempos de reacción y la duración de estas emociones que muchas veces nos complican.