Este es el pensamiento con el que me desperté hace ya algunos días… ¿de qué me estoy perdiendo en estos días de aislamiento? Debo decir que he perdido varias cosas: el deporte, las vacaciones de turismo que tenía planeadas hace meses, mi trabajo habitual en contacto con la gente, las visitas a mi familia y amigos… y quizás si sigo pensando aparecerían más.
Sin embargo, en este proceso de autoobservación que he elegido hacer de forma exhaustiva durante la cuarentena he tomado conciencia de dos cosas: en primer lugar que he tenido ganancias (muchas) y en segundo lugar que las “pérdidas” no son tales sino que han sido simplemente dilatadas un poco en el tiempo. Han sido movidas de lugar… como piezas de nuestra vida que son, simplemente han sido movidas de lugar.Y he podido aceptarlo así. No me he quejado, no me he peleado con la vida, no he refunfuñado.
Y ¿para qué la crisis? Para que hagamos una toma de conciencia y una re valorización. Es necesario parar y mirar qué estamos haciendo con nuestras vidas, con las relaciones, con nuestros planes, proyectos, sueños…. Era necesario salir de la rutina, quitarnos una cantidad de distracciones y «escapes» para ponernos a prueba y ver qué somos capaces de hacer, cómo reaccionamos ante situaciones adversas. Si esto no hubiera ocurrido seguiríamos ignorando esa faceta de nosotros mismos.
Hace unos días hablaba con una amiga acerca de todas estas cosas que disfruto y que ahora no tengo y me dijo: “entonces, cuando nos sacan lo que disfrutamos ¿qué nos queda?» Mi respuesta fue: “la conexión con uno mismo”. Y les aseguro que no es una frase hecha sino lo que he experimentado en los veintisiete días que llevo dentro de casa. Seguramente muchos han sentido esto, aunque no le hayan puesto nombre… seguramente se han visto haciendo cosas que no hacían, dedicando tiempo a actividades que no le dedicaban, hablando a diario con personas con las que no habían profundizado demasiado, se habrán esmerado un poco más por cuidar su paz mental y también los vínculos que les importan. Nos ocupamos más de nuestro estado físico (seguramente por temor a que la cuarentena nos deje con varios kg de más), nos ocupamos más de nuestras emociones (seguramente por temor a que el bajón o el estrés nos deje secuelas difíciles de remontar)… nos ocupamos más y punto. A diferencia de la vida que veníamos llevando donde quizás nos preocupábamos más que ocuparnos.
Esto me lleva a un concepto que he manejado más de una vez y es que podemos tener mentalidad de gratitud o mentalidad de escasez. La primera es cuando nos enfocamos en lo que tenemos y por ende agradecemos. La segunda es cuando ponemos el foco y la atención en lo que nos falta, en aquello que no salió como queríamos. Y como los pensamientos vibran, amerita decir que aquello en lo que me enfoco es lo que atraigo. En consecuencia, agradecer traerá más abundancia de lo que sea y la queja traerá más escasez.
Mi propuesta es que aprovechemos cada día que pasemos en aislamiento para re descubrirnos. Es una gran oportunidad para darse cuenta de tantas cosas…
¿Cuán a menudo te preguntas qué te gusta hacer? ¿qué te carga la energía? ¿quiénes son las personas favoritas en tu mundo? ¿a quién tienes ganas de ver, de abrazar, de escuchar? ¿cómo gestionas tu enojo, tu tristeza, tus temores? ¿a qué le temes?
Muchas de estas cuestiones me he estado preguntando y respondiendo en las cuatro semanas que llevamos aislados. Y aun conociéndome bastante como me conozco, he descubierto cosas nuevas.
He ganado paz mental sin duda. He dedicado tiempo a meditar, a practicar yoga, a practicar ho’ oponopono, a repetir frases que me calman y me empoderan. He podido estar alejada de personas tóxicas, de energías incómodas… y ha sido como un regalo.
He podido dormir cuanto he querido y en los horarios en que he querido. Disfruté de cocinar, tarea que habitualmente postergo porque no me resulta prioritaria. He visto como veinte atardeceres distintos, he contemplado el verde de los árboles desde el balcón y el mar a la distancia añorando un poco los días de playa que ya parecen tan lejanos pero valorando haberlos tenido en buena compañía.
Y por sobre todo… he logrado practicar la aceptación con mucha más fluidez que nunca antes. Si este aislamiento me ha preparado para aceptar todo lo que venga en mi vida como venga…¡enhorabuena!
Así que no puedo menos que agradecer por todo lo que he ganado. Volviendo al título del post… ¿de qué me he estado perdiendo? de lo que sea que me haya perdido les aseguro que no ha sido durante la cuarentena sino antes. Hoy me he ganado a mí.
¿En qué te estás enfocando tú? ¿Qué oportunidades te ha traído todo esto?