Esa forma de hacer las cosas

26/04/2019 por Carolina Aita

Nuestro cerebro juzga casi automáticamente lo que vemos y oímos. Hace una interpretación al instante sin tomarse el tiempo de explorar. Debo reconocer que trabajo a diario para modificar ese hábito. Sin embargo, mi costado más humano y quizás un poco arrogante no puede evitar (al menos por ahora) establecer ciertos juicios acerca de cosas que la  gente hace de un modo que me saca de quicio.

Hoy he querido hablar de esa forma de hacer las cosas.

1.    La falta de planificación, de disciplina y la inconstancia.

Esto lo veo fundamentalmente en el ámbito del running. Si bien corro de forma amateur y aún me quedan aspectos por mejorar con respecto a mi preparación, es un asunto que me tomo con seriedad. No subestimo una carrera ni de 5 km ni de 10 km a pesar de que mi cuerpo esté entrenado para completarla. Muchas personas se largan a la aventura de correr así, más o menos, con algún que otro entrenamiento, sin la alimentación adecuada, sin estirar lo suficiente, sin calentar lo suficiente. Entonces me pregunto ¿no es eso un acto de mediocridad? Hacerlo más o menos… ¿para qué? ¿Hay un para qué?

Desde mi perspectiva cualquier objetivo que nos planteemos requiere una planificación.

2.    El conformismo

Relaciones y trabajos en los que las personas se quedan instaladas sin cuestionarse cómo se sienten o si eso es lo mejor a lo que pueden aspirar. No lo entiendo y probablemente no lo entienda jamás. Es decir, interpreto que es parte de esas programaciones que traemos desde la infancia, sumado a cuestiones de autoestima que no les permiten darse cuenta de que eso no es la plenitud y que no están obligados a quedarse en ningún lugar físico o emocional. Hay un temor al éxito, hay un temor a estar mejor, hay incluso una idea de “no merecimiento”.

 

3.    El sueño letal

Me refiero a estar dormidos, viviendo en piloto automático las mismas rutinas cada día, sin hacer la pausa que nos lleve a darnos cuenta quiénes somos, dónde estamos y qué estamos haciendo. Para después analizar si lo que estamos haciendo nos acerca a nuestras metas (si es que tenemos metas). ¿Cómo puede vivirse sin metas y sin ilusiones?

La otra parte del sueño letal es no darse cuenta de que no somos felices y creer que lo que tenemos es lo que hay. Las elecciones que hicimos en algún momento de nuestra vida pueden no seguir siendo efectivas en otra etapa. Hay que tener coraje para reconocer esto y salir de ese lugar cómodo, cómodo y triste.

Tenemos un propósito en la vida y debería ser una obligación descubrirlo del mismo modo en que deberíamos conocer nuestros dones y aprovecharlos.

4.    La copia ( que no es modelar)

Si bien comparto plenamente el concepto de modelar, en el sentido de copiar a otro lo que le ha funcionado, no soporto la copia burda, la copia falta de personalidad. Puedo modelar y crear mi propia versión auténtica.

5.    Hablar por hablar

Parecería que la gente le teme al silencio.  A mí me resulta maravilloso. Es por eso que no entiendo la necesidad de decir lo que sea, de hablar de cualquier cosa con tal de llenar el silencio. Me agota la charla constante y no me permite escucharme. Hace unos días leí un post que daba ideas para cuidarse desde lo mental, lo físico, lo emocional y una de ellas era “apaga tu teléfono”. Decidí ponerlo en práctica y les aseguro que me dio mucha paz. Me hago cargo de que cuando tengo el teléfono encendido estoy pendiente de cualquier notificación que llegue, así que fue una buena elección para entrar en ese silencio, con plena certeza de  que no se va a romper. Me alivia, hace mi carga más ligera. Me permite estar enfocada en lo realmente importante que es mantenerme consciente.