A menudo escucho gente que se siente disconforme con algún aspecto de su vida. Me pregunto entonces ¿qué le impide cambiar? En la mayoría de los casos es el miedo. Miedo a intentar algo nuevo, miedo a fracasar, miedo a equivocarse. Se mantienen así en su zona de confort, que, lejos de ser una zona en la que la persona se siente a gusto, es lo que le impide dar el salto.
La zona de confort o zona de comodidad es una expresión que se emplea para referirse a situaciones en las que la persona se siente segura, aunque esa seguridad radica simplemente en que es algo conocido. Como decía en el párrafo anterior, no significa que la persona se encuentre realmente “cómoda” ni satisfecha con las circunstancias de las que forma parte.
Este tipo de individuos, los que no hacen nada para modificar algo de su vida que les disgusta, son los eternos procrastinadores: se la pasan postergando el momento de la acción. Tienen todas las excusas que se te puedan ocurrir. Suelen ser muy creativos al momento de poner pretextos, no así para buscar soluciones. Es por eso que terminan haciendo NADA, simplemente nada. Continúan en su cultura de la queja, generando así una serie de emociones que no les favorecen y a las que no escuchan.
Recordemos lo que decía en el artículo de las emociones: la emoción está ahí para darnos un mensaje, para hacernos tomar acción. Cuando eso no se lleva a cabo, termina por intoxicarte porque no la estás pudiendo gestionar. Te llenas de frustración, ira, angustia y no resuelves.
¿De dónde sale la disconformidad que sentimos? Surge de nuestro estado interior. Dice la metafísica que “como es adentro es afuera”, lo que significa que según sea tu estado interior (mente, alma) así será lo que se materialice en tu exterior, es decir en tus circunstancias de vida. Escucha cómo te hablas a ti mismo, escucha las justificaciones que das a los demás y habrás encontrado la causa de tu malestar. Cuando tu interior está entreverado, alterado, confundido, malhumorado, etc., eso será lo que tengas alrededor, personas y entornos entreverados, alterados, etc.
Empieza por ti. El cambio tiene que empezar en ti para que luego lo veas proyectado en tu exterior. Si estás esperando resolver tal o cual asunto para empezar a trabajar en ti mismo, debo decirte que pierdes el tiempo porque nada se resolverá hasta que no hayas acomodado tu propio ser.
Pregúntate: ¿qué es lo peor que podría pasar si esto cambiara? Verás que la respuesta es mucho menos dramática de lo que imaginas. Los miedos surgen de la imaginación y esa imaginación generalmente crea cosas que jamás ocurrirán. La mente es nuestro instrumento más poderoso. De ti depende que la uses para tu beneficio o para sabotearte.
Déjame decirte algo por experiencia propia: salir de la zona de confort asusta, claro que sí. Y una vez que has salido tienes incluso que atravesar la zona de transición en la que hay dolor, también cierto. Sin embargo, cuando alcanzas tu objetivo, tu sueño, tu meta, la emoción que se siente es indescriptible. Felicidad pura.
¿Cuánto tiempo más quieres pasar sintiéndote disconforme con algo? ¿Cuánto tiempo más podrás estar sin tu sueño, sin tu vida ideal?
Para iniciar un proceso de cambio muchas veces necesitamos apoyo. El Coaching es una herramienta que potencia el cambio y el coach está allí para dar luz, no soluciones, sino luz ahí donde no la estás viendo aún. Es cuestión de atreverse.
Gracias gracias gracias a toda esa gente que, sin saberlo, me inspira para escribir estos artículos porque si de alguna manera estas pocas líneas ayudan a alguien, habrá sido un paso más en el camino de mi misión.