Es difícil explicar lo que se siente cuando corremos …
Es una mezcla de satisfacción, de ansiedad (por cruzar la meta, por mejorar el tiempo, por mover más rápido las piernas) de entusiasmo, de sacrificio. Y todo eso junto se siente tan bien…
Cuando digo que soy corredora no significa que haya ganado alguna carrera. Soy corredora en primer lugar porque corro, sea cual sea la velocidad a la que vaya, sea cual sea el puesto en el que llegue, simplemente corro. Soy corredora también por cómo funciona mi mente al correr. En este sentido sí debo decir que no alcanza con practicar running para definirse como corredor. Hay que pensar como corredor.
Miraba las fotos de mi última carrera y vi lo enrojecido de mi cara, la expresión de agotamiento… y en ese momento tomé conciencia de todo el desgaste físico y mental que hice. Estoy orgullosa de mí. Estoy orgullosa de cada una de mis “heridas de guerra”… dolores, molestias, hematomas… porque correr duele.
Duele el físico y sin embargo se ensancha el alma. Duele el físico y eso te enfrenta a la mente. Es un gran desafío.
Entonces, en el momento en el que me doy cuenta de que soy yo quien domina mi mente, que soy yo quien dirige el diálogo interno, me empodero y siento que soy grande. Y así es como se va construyendo la autoestima… midiéndonos con nosotros mismos en cada objetivo que nos planteamos, en cada desafío que decidimos agregar a nuestra vida.
Los corredores tenemos eso de que cada vez que logramos un kilometraje queremos ir por más. Hace un par de semanas hice mis primeros 21 km. Después de cruzar la meta vi a mi padre, lo abracé, él lagrimeaba y yo me reía con un subidón de energía indescriptible.
Pasé más de dos horas corriendo…
Hoy sigo recordando la carrera y es un gran anclaje… es una forma de conectar con una emoción súper agradable, incluso (y sobre todo), al recordar los momentos y tramos en los que no daba más… en los que sentía que no podía exigirle más a mis piernas.
Siempre se puede un poco más. El último km decidí hacerlo a tope, a la máxima velocidad que podía… aún sabiendo que podía costarme una lesión de último momento, un calambre, unas náuseas. Eso es lo que admiro de los que corremos: la capacidad de entrega, la voluntad de seguir, las ganas de hacerlo mejor.
“Como hacemos una cosa en la vida, hacemos todo”.