Cuando cumplir se hace difícil

29/12/2022 por Carolina Aita

¿Has pensando cuántas veces te has comprometido a hacer algo y no lo has hecho?

Piénsalo, piensa con qué frecuencia te sucede esto de quedar con alguien en algo y no cumplir con tu palabra, con qué frecuencia te planteas a ti mismo un reto y nunca lo inicias, con qué frecuencia haces planes que no llevas a cabo porque siempre surge una buena excusa… el cansancio, el frío, el dinero, el trabajo, las obligaciones, etc etc…

¿Recuerdas que en algún otro post dije que como hacemos una cosa hacemos todo en la vida? Entonces no te sorprendas cuando los resultados que obtienes en tu vida sean poco satisfactorios. Es la consecuencia lógica de quien no se compromete.

Seguramente en alguna oportunidad te has sentido frustrado o enojado o avergonzado porque no bajabas de peso, o porque tus amigos dejan de invitarte a salir o porque no ganabas el dinero que te gustaría. Son situaciones bastante típicas y que tienen la misma raíz: la falta de compromiso.

Esa falta de compromiso es en primera instancia contigo mismo. El hecho de que no cumplas con algo que le prometiste a un amigo por ejemplo dice algo de ti, de tu sentido de la amistad, de tu gestión del tiempo, del respeto al otro. En definitiva es un reflejo de quién eres tú como amigo, por lo tanto hay una falta de compromiso afectivo.

Pongamos el ejemplo del físico: supongamos que no estás del todo conforme con tu físico y hablas de empezar a hacer ejercicio y cuidarte pero luego lo postergas y lo postergas. Eso también es falta de compromiso contigo mismo, con tu autoestima, con tus necesidades y deseos. Porque déjame decirte que cuando uno quiere verse bien, no es una cuestión narcisista sino una cuestión de autoestima. Así que cada vez que pateas la pelota para adelante, dando largas al asunto de ponerte en forma, estás faltando al compromiso con tu amor propio.

La primera pregunta es: ¿qué beneficio obtienes de ese comportamiento? Porque ya sabes que todo comportamiento nos reporta un beneficio, aunque sea inconsciente.

La segunda pregunta es: ¿Qué precio pagas por ese comportamiento?

Sería bueno empezar por asumir la responsabilidad que te corresponde en este asunto del compromiso. No está bien ni mal lo que haces, es simplemente tu elección. Eso sí, ten el coraje de mirarte y tomar conciencia de que esa elección de faltar al compromiso genera determinadas circunstancias en tu vida y no a la inversa.

Hace algunos años haciendo un seminario de desarrollo personal aprendí esto: no puedes comprometerte con más de una cosa a la vez para el mismo momento porque sin duda habrá una que no puedas cumplir y en ese camino alguien sale lastimado. Es así.

Hay una cierta falta de asertividad en las personas que hace que a veces no sepan decir que no y por ese motivo queden envueltos en un compromiso doble. Me pregunto cuál es el sentido de actuar así. No se atreven a decir que no para no defraudar a uno y luego terminan por defraudar al otro cuando lo postergan.

La falta de compromiso conduce sin duda a esta pasividad en la que caen algunas personas, esperando que las cosas sucedan. Te tengo noticias: las oportunidades hay que salir a buscarlas. Si quieres algo deberás buscar el modo de lograrlo y para eso es necesario que exista un compromiso interno de tu parte. Deja de esperar que otro lo haga por ti, que otro decida por ti, que otro hable por ti.

Volviendo al título de hoy… cuando cumplir se hace difícil terminas sentado viendo la vida pasar, como si tu destino dependiera de alguna fuerza mágica. Si quieres algo, simplemente hazlo. Hay una frase que me encanta y cierra perfectamente este artículo: “PROHIBIDO SENTARSE A ESPERAR QUE SUCEDA”.